RETORNO
Hace diez años, las cosas estaban en el mismo sitio. No me cabe duda de que ella lo pensó así: tanto evoqué en mis cartas aquella noche, la muñeca de trapo sentada a la cabecera de la cama, la ventana abierta a las estrellas, en un rincón del cuarto la chimenea encendida, una radio grabadora y el dial en una emisora que dejaba escuchar, casi sin interrupciones, suaves boleros. Ella dispuso todo para que se repitiera aquella noche: las copas de vino y los pasabocas, incluso lucía la misma blusita corta, de un azul casi transparente que dejaba apenas insinuados sus diminutos pezones. Todo estaba dispuesto, perfectamente dispuesto, pero el frío se instaló en la habitación antes de que el calor de la chimenea y el primer abrazo me abrigaran el alma en la fría noche de Santa Elena. Era demasiado tarde. El tiempo, la vida o ¡Qué sé yo! Nunca nos devuelve los instantes más hermosos: los mismos ojos tienen otra mirada, la piel obedece a otras sensaciones y ni qué decir del amor ¡Cómo lo cambian los años!